Sin duda alguna la prevalencia del sindicalismo “charro” en el gobierno del nuevo San Luis Potosí, representa un obstáculo para modernizar la administración estatal y hacerla menos pesada y más eficiente, austera y ágil en la prestación de los servicios que se brindan a la ciudadanía.
Y es que las dirigentes vitalicias del SUTSGE, Bernardina “Nina” Lara Argüelles y del SITTGE, “La Paca” Francisca Reséndiz Lara, están acostumbradas a los millones de pesos, prebendas y trato privilegiado que obtenían en el pasado con base a presiones y chantajes a gobernadores pusilánimes y corruptos, por lo que en este nuevo gobierno se resisten a adaptarse el cambio y la política de austeridad que promueve el gobernador de San Luis Potosí, Ricardo Gallardo.
Para encubrir su cacicazgo, las dirigentes disfrazan con una retórica izquierdista y sufrir un martirio por su supuesta lucha. Por ejemplo, “La Paca” simuló dejar la secretaría general para ocupar el cargo de “tesorera”, pero en los hechos sigue siendo la líder real y es la única que habla ante los medios y a la mujer que puso al frente del sindicato es una figura de paja.
Además, Francisca Reséndiz Lara se dedica también al negocio inmobiliario y desvió recursos de sus afiliadas para financiar su precampaña como fallida aspirante a la candidatura de Morena a la gubernatura.
Al recibir una nómina abultada y un gasto millonario en altos sueldos y bonos para los sindicalizados, el gobernador potosino redujo el personal innecesario y el que duplicaba funciones y que en realidad no hacían nada, además de que se les acabó el contrato.
Por lo que ahora, el SUTSGE y el SITTGE realizan plantones para que sean recontratados trabajadores y trabajadoras que solo mermaron el erario sin trabajar.
La característica de ambas dirigentes, es que desde que fundaron esos sindicatos hace varias décadas se mantienen como dirigentes en elecciones antidemocráticas, no permiten la disidencia ni que nadie les dispute el poder, encarnan en el siglo XXI el viejo “charrismo” sindical que apuntaló durante 70 años al viejo régimen priista, y ya no tienen cabida en el nuevo gobierno que no está dispuesto a prolongar este parasitismo sindical.













